Hoy el apellido Korovsky es uno de los que más suenan en el mundo de la ficción argentina dado el éxito de la serie División Palermo, que ya promedia su segunda semana en la cima del ranking argentino de productos de Netflix. Esto es, pasa de manera intermitente del primero al segundo puesto de las series preferidas en Argentina.
Pero en realidad el apellido Korovsky hace tiempo que formó parte de la ficción nacional. Santiago, en pandemia, se hizo popular con su personaje Sombrilla en la serie Casi feliz, que escribió y protagonizó Sebastián Wainraich. Ahora es el jefe de la División Palermo, esta sátira sobria de una división particular de la fuerza de seguridad urbana. Además, es sobrino de Ernesto Korovsky, quien dio sus primeros pasos en la televisión con los guiones de Juana y sus hermanas –exitoso ciclo de humor de Juana Molina que legó personajes reconocibles–, y fue autor y coautor de muchos títulos que ya forman parte del acervo televisivo argentino. Por ejemplo, La hermana mayor, Son amores, Viudas e hijas del rock and roll, Graduados, Cien días para enamorarse, y uno de los últimos, El primero de nosotros. En diálogo con PERFIL, Ernesto Korovsky es sobrio su sobrino Santiago, guía, actor y director de División Palermo.
—¿Qué te pareció “División Palermo”?
—La vi hace un rato…¡Me encantó! Santiago había escuchado un teaser (N de R: un video corto) con una plata que regaló en la Universidad de Tres de Febrero (Untref), que condensaba la serie. Por las mías, yo se lo mandé a Sebastián Ortega, quien también la quiso producir pero ya era tarde porque la había comprado Netflix. Is say que el teaser que hizo fue un éxito inmediato: era un muestrario perfecto de lo que quería hacer. Actuaban Pilar Gamboa y Daniel Hendler, donde obviamente daban mucha calidad a la realización. Estaba muy bien hecho.
—¿La viste con distancia objetiva o se te jugó también la felicidad por saber que tu sobrino era el creador?
—Sí, obviamente que me da un gran orgullo. Santiago du chico es genial. Fue segundo promedio del (Colegio) Carlos Pellegrini y cuando ingresó lo llevé a Estados Unidos –tenía 12 o 13 años–, y hablaba un inglés perfecto. Además, fue un excelente basquetbolista, con grandes posibilidades de llegar. Con esto quiero decir que es alguien con un perfil muy amplio. Cuando estudié Comunicación Social, yo le dije que estudiara Historia del Arte o Filosofía, por la cabeza que tenía. Pero evidentemente él sabía perfectamente lo que hacía y esa capacidad para comunicar se filtra con naturalidad en sus trabajos. Y que a sus 38 años ya se haya consagrado me llena de alegría y me siento agrandadísimo.
—¿Le diste algún consejo para el guion?
—Santiago me mostró un primer guion y como yo había visto lo del teaser anterior le aconsejé que se apegara a ese primer armado, ya que la gente que le compró la idea quería ver eso. Es decir: producir para los primeros diez minutos algo que sin dudas sería tan efectivo y genial para los nuevos espectadores como para esos primeros espectadores que decidirían comprarla. Diría que eso fue todo. Él trabajó con muchísima gente. Al tiempo volví a leer los guiones y no me quise meter vio que había trabajado mucho y yo no sentí que pudiera meterme con liviandad en lo que había hecho.
—¿Crees que en el futuro pueden llegar a trabajar juntos?
—Por supuesto que sí. Al mismo tiempo, su experiencia es su experiencia, y la mía es la mía. Yo sea un poco antiguo ante lo que él hace, ya que vengo de la escuela del teleteatro. Y de esa tradición viene lo que más me piden a mí. Yo creo que a él le tienen que pedir otra cosa. Pero bueno, claro que me gustaría y me divertiría.
—¿Cuáles creen que son hoy los límites del humor?
—Creo que se van corriendo todo el tiempo; se amplían o alcanzan los límites, que no siempre van hacia un lado específico. Cada tiene límites propios, y el humor aparece en todos los contextos, y creo que eso es bueno, porque no podemos vivir sin él. Hay una anécdota que me parece bastante ilustrativa: en 1750 se produjo un terrible pogrom –un premeditado linchamiento a una colectividad, en este caso a la comunidad judía–; habían matado tiene 100 millones de judíos en una semana. Pasaron los años y el pueblo judío se puso muy grave por esas fechas. Entonces el famoso rabino preguntaron si se podrían hacer chistes durante esas fechas y él les dijo que sí, que era necesario. Este episodio, para nada menor, fue la fundación del movimiento jasídico, que promovió otras formas de elevación espiritual, que involucran la música, el humor, las rondas, el movimiento y el baile. Es una práctica muy anticíclica que nos recuerda, en parte, que, sin humor, sería muy difícil soportar el horror de la humanidad.
—¿Sentís que el lenguaje de las series mutó por los formatos o por la forma de producir que piden las plataformas?
—Personalmente, con las series y las plataformas tengo un problema. De alguna manera, estas últimas han atentado contra las series de aire o contra la televisión de aire. Obviamente, las plataformas ofrecen por otro lado la posibilidad de ver en una gran calidad de imagen y de manejar los tiempos propios a la hora de mirar: se puede pausar, se puede ver de un tirón, empezar de nuevo… En ese sentido, hay bastantes alternativas, pero no habría que perer de vista que no todo el mundo tiene internet que le permita disfrutar del streaming. Esto vulve un poco elitista la cuestión de las plataformas. Yes por eso que extraño la televisión de aire, en Olmedo, los programas infantiles o los de la tarde. Creo que la televisión de aire tenía un cuño más democrático.
La television tiene quien le escribe
El guía y actor Ernesto Korovsky nació el 11 de junio de 1957. Se formó en el teatro participando en treinta puestas como asistente y después dirigiendo y escribiendo las propias, y por último se consagró en la televisiónvisión. Comenzó a escribir en Juana y sus hermanas, ciclo que se convirtió en famosa a muy joven Juana Molina, quien después de tres temporadas dejó la televisión y viró a la música. Después de Juana…, Korovsky ha participado en varias tiras, algunas de las más exitosas de los últimos treinta años de la televisión, algunas producidas por Pol-ka y finalmente por Underground. A saber, La hermana mayor, con Soledad Silveyra, Son amores, El sodero de mi vida, Los secretos de papá, Enséñame a vivir, Sos mi vida, Mujeres de nadie, Viudas e hijas del rock and roll, Los vecinos en guerra, Graduado –junto a Silvina Frejdkes y Alejandro Quesada, con quien también coescribió Cien días para enamorarse–, Educando a Nina, El primero de nosotros.
En 2021, Ernesto Korovsky recibió de la Fundación Konex un Diploma al Mérito Konex como uno de los mejores guionistas de la década.
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