Juanjo Artero (Madrid, 58 años) se sube los próximos cinco martes al escenario del teatro Bellas Artes de la capital con el monólogo El milagro de la Tierra, donde hace un repaso desde la creación de la vida hasta la muerte, con un claro perfil autobiográfico. Conocido por series ya míticas de la televisión como Verano azul o El comisario, ha hecho también cine y teatro, por lo que puede ser considerado como un actor polifacético que se mueve bien por la comedia o por el drama.
Pregunta. ¿Qué es El milagro de la Tierra?
Respuesta. Es un trozo de mí. Tenía muchas ganas de hacer un monólogo, lo estuve buscando, pero no acababan de convencerme. Mi amigo Toni Flix me dijo que me lo escribieran y quedamos con Juan Asperilla, en una cita muy larga, donde yo le conté los textos que me gustaban, le hablé de mi vida, de mis cosas. Él me hizo este regalo, porque creo que es un texto maravilloso. Yo no creo mucho en estas cosas, pero luego vimos que, cuando se reunió todo el equipo, estábamos todos muy relacionados con Andrea D’Odorico, que hacía poco tiempo que había fallecido. Es Juanjo actor y todas mis búsquedas, de Dios, del sentido de la vida. Recurro a textos de muchos autores. Es mi tesoro, mi niño y me encanta hacerlo porque consigo la conexión con el público.
P. ¿Enfrentarse uno solo en el escenario no es lo más difícil para un actor?
R. Sí, pero mis profesores siempre decían que no existía el monólogo, porque siempre hay un diálogo con el público. También es un reto maravilloso. Puede faltarte el abrazo con un personaje, pero a mí me gusta pese al vértigo que supone. El escenario me pone, me gusta el vértigo previo a cuando se alza el telón. Es como con los tiburones, es como nadar rápido y salir pronto.
P. Y todo ello con la voz en off de Lola Herrera.
R. Sí, me siento muy acompañado, porque Lola Herrera hace la voz en off de mi madre y hay momentos muy bonitos. Me encanta que sea ella, porque la quiero mucho y es una actriz única e increíble.
P. Ahora está en el teatro Bellas Artes de Madrid. ¿Tiene intención de que salga de gira?
R. Sí, mi intención es tener siempre la obra. Con ochenta años, yo espero seguir haciéndola, quizás con algún cambio de vida o de texto para que se transforme un poco.
P. Teatro, cine, televisión… ¿Dónde se siente más cómodo Juanjo Artero?
R. Me gusta mucho cuando hay una buena escena, pese a que no tengas al público. Eso sí, yo siempre lo digo. Tan feliz como soy arriba en el escenario, con el público… Me puedo acercar en una película, pero no se da ese momento tan feliz, como profesional, como el de ahí arriba.
P. ¿Qué le queda hacer como actor?
R. Personajes de señor mayor [risas]. Hay tantas cosas que cuando lees poesía, aún me sorprenden muchas cosas. Quizás dentro de tres meses te encuentras grabando en una selva.
P. ¿Sigue siendo el niño de Verano azul? ¿Le gusta o le disgusta?
R. Sí, lo sigo siendo. Con la edad aprendes a aceptar las cosas. Me hace ilusión porque de alguna manera te siente como parte de la familia. Viene alguien y te dice cómo recuerda cuando veía la serie y que su madre vivía y ellos eran pequeños. Es bonito y formas partes de su infancia y de su vida.
P. ¿Cómo es un día normal en la vida de Juanjo Artero?
R. Depende. Desde que dejé la serie es mucho más tranquilo. Si no estoy haciendo televisión, me permite hacer cosas que antes no hacía, como mi huerto, estoy iniciándome en la apicultura con dos colmenas. Aprovecho para ir al gimnasio y leer más, estudiar la próxima obra de teatro.
P. ¿Qué proyectos tiene?
R. Estoy con Robots, que se estrenará en enero en el Palacio de Festivales de Santander y ahora estoy estudiando el guion.
P. Tiene un currículum muy grande. Destáqueme las cuatro o cinco obras que han marcado su carrera.
R. Sería injusto porque en su momento fueron el pulmón con el que yo respiré. Obviamente en televisión está Verano azul, que fue mi inicio, y luego El comisario, que también fue muy importante como mi vuelta a la televisión. Tampoco puedo olvidarme de El río que nos lleva, El barco o No habrá paz para los malvados. En teatro, también hay muchas obras, como La discreta enamorada, Los melindres de Melisa o Seis clases de baile en seis semanas, entre otras.
P. ¿No cuesta mucho aprenderse un guion para un monólogo de una hora y cuarto?
R. La gente lo valora mucho, pero es ponerse. Es como cuando ves a un obrero hacer un edificio. Hay cosas que se resisten, pero yo por ejemplo me hago un dibujo. Es tratar de hacerlo tuyo y pasarlo al lado izquierdo del cerebro. Al principio es como una montaña y llega a agobiarte, pero empiezas, empiezas y empiezas hasta que a los cuatro o cinco días ya lo empiezas a dominar.
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