Desde hace tiempo, y un tiempo realmente considerable si pensamos en los pasos gigantes que ha dado la comedia local para alejarse de lugares brutales y vetustos, Dalia Gutmann ha sido una de las voces más poderosas a la hora del humor, sea observacional o sea aquel que da cuenta de una generación que nada tiene que ver con lo que antes se hacía. Gutman. La actriz y comediane volvió al Maipo con Tengo cosas para hacer, uno de esos shows donde sabe destrozar la cuarta pared y hablar, diferente al resto pero marcando escuela, de sus propias dudas e infiernos, y cielos, claro, que pueden ir desde su vida íntima, desde su forma de vivir la autoestima, la maternidad y muchos más. Siempre usando la experiencia como una plataforma para cambiar en universal lo individual.
También es dirigida por Esther Goris en Como te soñé, donde trabaja junto a Ezequiel Campa, y allí interpreta a «une escritora, un poco chiflada, que está falta de inspiración y de repente cruza con un personaje que escribió, que creo, y eso el pide que termine escribiendo». Entre esas dos facetas, aunque su humor siempre tuvo actuación, y sus otros roles, como puede ser conducta en TV, o en radio (como lo venía haciendo en Dame aire), siempre tienen una sonrisa con mirada láser al mundo que la rodea ( o la tiene rodeada a veces), Gutmann sigue construyendo un sendero tremendamente único, aunque se pueda vincular a gente cercana, a influences. models no opuestos pero sí que cruzan su mundo como autora y su mundo como interprete dicen mucho de un presente que ha sabido construir una fuerza una inteligencia, un esfuerzo y capacidad milimétrica de comedia, que pocos tienen en la actualidad.
—Considerando el estreno de una actualización de “Tengo cosas para hacer” que sintieron definitivamente a la comedia en Argentina en este momento, después de senser que hay determinadas cosas que no eran tan graciosas antes?
— Somos un país único, es innegable: nos pasa de todo casi todo el tiempo, vivir acá es un quilombo, una montaña rusa, no cumplimos una puta regla y eso es desesperante, pero muy divertido también. No sabría decir qué definir a la comedia argentina, pero sí puedo decir que sospecho que tenemos un arrepentimiento único.
—Has visto crecer una comedia de la que fuiste una de las pioneras
—Yo arranqué haciendo stand up puro y con los años me fui animando a ir más allá. Particularmente, me gusta ir defiandome y animarme a otras disciplinas además del monólogo en el show: por eso canto, bailo, rapeo, hago algún personaje, interactúo con la pantalla, me mando Whatsapps con mi madre, y una lista de cosas que hacer que el show tenga un acelere delirante. Hay algo de la locura de la vida cotidiana que me encanta trasladar al escenario.
—¿Qué dirías que define lo «normal» en estos momentos, considerando el show habla de alguien a quien le pasan cosas normales?
—Lo digo porque actúo en un teatro emblemático como el Maipo y me siento parte del “ambiente artístico” para llamarlo de alguna manera. Pero también me siento una mina recontra del montón, mucho más parecido a la mujer que me cruzo en la verdulería, qua una celebrity.
—¿Qué sentís te hace feliz del hecho de hacer comedia?
—Laboralmente nada disfruto mas que ver gente descompuesta de risa. AMAR. Me hace inmensamente feliz. Cuando empecé a actuar en bares y ver que gente que entraba con cara de traste, salía contenta, le encontré sentido a mi trabajo.
—¿Sentís que todavía tenemos mucho humor qu’atrasa en Argentina?
—La verdad no suelo ver cosas que no me convenen y lo que veo no atrasa. Pero sin dudas debe haber un montón.
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