El Barça vence al Oporto, pero tirita en Europa | Fútbol | Deportes

El Barça tirita en Europa, peleado con la pelota y agarrado al marcador, después de un sufrido ejercicio futbolístico en Do Drãgao. Vivieron los azulgrana a cuenta de un gol de oro del suplente Ferran, después de un error no forzado de Romário Baró, penalizado por Gündogan. A falta de fútbol, una única jugada redimió a los barcelonistas de un mal encuentro que más pareció el final de una guerra que el inicio de la batalla de la Champions. El equipo de Xavi se cargó de lesiones y de tarjetas después de recuperar viejas emociones con el 1-0. Nadie pidió más en un plantel azulgrana derrengado y espantado ante un adversario que se batió mejor y también falló más que el Barcelona en un partido decisivo para la suerte del grupo H.

0

Diogo Costa, David Carmo, Fábio Cardoso, Wendell, Joao Mario (Nico González, min. 84), Wanderson Galeno (Iván Jaime, min. 85), Alan Varela, Romario Baro (Evanilson, min. 64), Stephen Eustáquio, Mehdi Taremi (Danny Loader, min. 84) y Pepê

1

Barcelona

Ter Stegen, Cancelo, Koundé, Ronald Araújo, Alex Balde, Gavi, Gündogan, Oriol Romeu (Sergi Roberto, min. 68), Lewandowski (Ferrán Torres, min. 33), Lamine Yamal y João Félix (Fermín López, min. 68)

Goles 0-1 min. 46: Ferrán Torres.

Árbitro Anthony Taylor

Tarjetas amarillas Cancelo (min. 13), Ronald Araújo (min. 28), Gavi (min. 36), Koundé (min. 47), João Félix (min. 50) y Sergi Roberto (min. 86)

La cita empezó y acabó con el protagonismo de Lamine Yamal. A los 16 años, la edad que tenía Messi cuando debutó con el Barça en el mismo Do Dragão, el extremo formó en el equipo titular de Xavi. Una buena manera de generar interés y expectativas en Oporto. La apuesta por el atrevido Yamal se compensaba de alguna manera con el regreso de los defensivos Oriol Romeu y Araujo. Los azulgrana, sin embargo, no ganaron consistencia sino que se mostraban imprecisos, especialmente el mediocentro, al que ahora le cuesta coger el sitio después de un buen inicio de temporada como sustituto de Busquets. No se asentaba Romeu y los portugueses presionaban y atacaban con velocidad las muchas pérdidas de balón del Barça.

Las atropelladas llegadas del Oporto al área de Ter Stegen se sucedían ante la impotencia del desconectado equipo de Xavi. Los azulgrana no tenían el control del juego, tan inconsistentes como inseguros y desconfiados, excesivamente lentos en los repliegues y generosos en las transiciones, demasiado lejos de la portería de Diogo Costa. La cojera de Lewandowski contrastaba con algunos regates de Lamine Yamal. El Barça solo respiraba a ratos a través del delantero juvenil, el único que no parecía tener miedo al encuentro, y encontraba alivio en alguna conducción de João Félix. No acababa de enganchar en cambio Gündogan. El equipo no está todavía cosido, demasiado expuesto al intercambio de golpes, sin timing de juego ni jerarquía en la cancha, a merced del viento del intimidador Do Dragão.

Los azulgrana no paraban de tomar amonestaciones, superados en el cuerpo a cuerpo y también a la carrera, cuando se retiró lesionado Lewandowski, zancadilleado por Marco. No parecía por el tono del partido que el Oporto jugara con tres defensas suplentes resguardados por el internacional Diego Costa. El meta respondió con seguridad las pocas veces que se sintió exigido en un encuentro cada vez más racheado hasta que Romario Baró perdió la pelota cerca de la divisoria y propició la contra del Barça. Gündogan evidenció su excelente versión de pasador y habilitó a Ferran. El valenciano no se oxida ni disgusta en el banquillo sino que tiró un excelente desmarque, seguido de un buen control y acabado con un tiro cruzado por entre las piernas del meta del Oporto.

La aparición de Gündogan

El gol aceleró al plantel portugués y no atemperó al Barcelona. Las cartulinas no remetían porque no funcionaba la posesión ni la presión del Barcelona. El partido se mantuvo muy abierto ante la excitación de la hinchada del Dragão. Los momentos de apuro no cesaron en el área de Ter Stegen. Pepé tardó demasiado en armar el disparo y propició la intervención emergente de Koundé. La misma jugada se repitió poco después con Araujo como secante de Pepé. Taremi cabeceó más tarde un centro de Romário Baró después de un fallo de Ferran y Ter Stegen neutralizó dos disparos consecutivos del ariete y Wendell. Nadie acababa una jugada en el Barça y no había manera de que interviniera Xavi para detener el monólogo del Oporto.

Los cambios parecieron razonables a tenor del guion del encuentro: Fermín y hasta Sergi Roberto, un segundo centrocampista, entraron por Romeu, demasiado disperso y sustituido en cada partido, y João Félix, que tampoco dura más de una hora en la cancha, abucheado a su salida del estadio del Oporto. La mejor garantía azulgrana, sin embargo, era Ter Stegen, el futbolista más reconocible del equipo respecto al que ganó la Liga. La confusión barcelonista fue en aumento cuando se esfumó Yamal sin que se supiera qué le había pasado (una indisposición) mientras el árbitro pitaba penalti por manos de Cancelo. El VAR advirtió al colegiado que previamente había habido falta también de Eustaquio. La precariedad azulgrana se reflejó con la entrada de Marcos Alonso por Yamal y la media lesión de rigor de Araujo.

Aunque el partido se hizo muy largo para el equipo de Xavi, tanto que incluso acabó con diez por la expulsión de Gavi, el resultado permaneció inamovible para suerte del Barcelona. El resultado fue generoso para los azulgrana, que resistieron como pudieron, conscientes de todas maneras que la defensa exitosa del gol suponía otear por fin la ronda de octavos después de dos años de fracaso en la Champions. Europa se hace de rogar para un timorato Barcelona.

Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.